Sus nombres son Swan, Kalys, Athena, Ryan, Mila, Lili-Rose y Hugo. Tienen entre 3 y 15 años y millones de seguidores en YouTube, TikTok, Instagram y Snapchat. Son niños influencers. Estos menores, algunos de ellos todavía bebés, son expuestos diariamente por sus padres a los ojos y oídos de toda la red.

Detrás de estas publicaciones aparentemente inocentes y espontáneas se esconde a menudo un verdadero negocio. En Francia, nada menos que el 70% de los padres personas influyentes Afirman ganar hasta 5.000 euros al mes gracias a las numerosas colaboraciones comerciales que firman con marcas, lo que las convierte en su principal fuente de ingresos.

Para ello, no dudan en subir a sus hijos al escenario, con el objetivo de atraer y fidelizar a su público a toda costa. Desenvolviendo regalos, sketches humorísticos, retos, pruebas de juguetes… los niños se ponen a prueba para aumentar la audiencia.

Algunos niños, conocidos como niños influyentes, incluso tienen su propia cuenta. Es el caso de Tiago, de 4 años, cuya cuenta de Instagram, creada por sus padres Manon y Julien Tanti, estrellas de reality shows, cuenta con más de 1,3 millones de seguidores.

Estos padres influyentes se presentan a menudo como modelos de éxito, capaces de ofrecer a sus hijos una existencia de ensueño, llena de viajes, regalos y actividades de ocio… Pero ¿a qué precio?

Una infancia a veces en peligro

Esta exposición no deja de tener consecuencias para el desarrollo psicológico, social y social del niño. La YouTuber Emma, ​​estrella de TikTok, que cuenta con casi 2 millones de seguidores en la red social, es un ejemplo de ello. Esta joven de 20 años confiesa abiertamente que fue víctima de ciberbullying durante sus años de secundaria, cuando algunos internautas se burlaban de ella y le enviaban mensajes de odio.

Aún más preocupante es el hecho de que Ruby Franke, una hombre de influencia Mujer estadounidense con casi 2,5 millones de seguidores por sus consejos educativos, fue condenada en febrero de 2024 a penas de hasta 30 años de prisión por abuso infantil. Sin embargo, presumió de una vida perfecta con su marido y sus 6 hijos en su canal de YouTube “8 Pasajeros”, que desde entonces ha sido desactivado.

El escándalo estalló cuando uno de sus hijos, de 12 años, se escapó por la ventana de su casa, dejando al descubierto condiciones de extrema desnutrición y maltrato. Las autoridades descubrieron que también maltrataba a sus otros hijos, obligándolos incluso a realizar duros trabajos físicos sin comida ni agua en el calor.

La necesidad de tomar conciencia

Los padres, que son personas influyentes, deben asumir una mayor responsabilidad. Tienen un papel esencial en la supervisión de esta práctica y en el respeto del desarrollo de sus hijos a través de su derecho a la propia imagen y a la privacidad. Cualquier signo de estrés o cansancio que muestre un niño debe alertarle del posible malestar de su descendencia. Al fin y al cabo, sus hijos son niños como todos los demás; También tienen derecho a una infancia como todos los demás.

Al mismo tiempo, las marcas que utilizan niños personas influyentes o sus padres para promocionar sus productos tienen una responsabilidad esencial. De hecho, nuestra investigación presentada en una conferencia en 2022 destaca una relación de cocreación de contenido entre el influencer y la marca, lo que alienta a las empresas a permitir a los influencers cierta libertad en la creación de contenido. Sin embargo, sigue siendo crucial que este enfoque no distraiga a las marcas de las condiciones laborales de los niños involucrados.

Proteger a los niños

Las plataformas online también deben asumir su papel protector, garantizando la seguridad y moderación de los contenidos que afectan a los niños. Esto implica campañas de concientización y apoyo a padres influyentes. Cualquier contenido perturbador o sensible que involucre a niños debe eliminarse y eliminarse de la referencia.

Por último, los internautas también tienen su parte de responsabilidad en esta situación. Sus reacciones, a veces violentas, pueden afectar gravemente al bienestar de los niños. Además, tienen el poder, con solo tocar un botón, de denunciar o incluso boicotear contenidos que violen los derechos de los niños.

Elodie Jouny-Rivier, profesora de marketing en ESSCA School of Management, ha contado con la colaboración de Douniazed Filali-Boissy (ICN Business School).


Con información de Digiday

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